Hablemos del duelo.

Duelo
Para poder entender el duelo es importante que conozcamos su origen. La palabra duelo, proviene del vocablo en latín “dolus” o dolor. En la vida cotidiana se entiende como duelo al dolor emocional que se produce por cualquier pérdida importante, como puede ser el caso de:
 
El enterarnos de un diagnóstico de una enfermedad terminal o potencialmente mortal como es el caso del como el VIH, cáncer, etc.
 
También se produce cuando existe alguna ruptura sentimental, etc.
 
La muerte de un ser querido cercano.
 
Cuando nos referimos al proceso que implica el duelo, este puede ser diferente para cada persona y la manera de afrontarlo, depende mucho de las herramientas con las que contamos para poderlo hacer, así como también la manera de expresarlo. Sin embargo, el duelo sin importar su procedencia tiene en común, una serie de etapas que se presentan y por las que una persona atraviesa y que son razonables y normales.
 
Las etapas anteriormente mencionadas, según la Dra. Elisabeth Kübler-Ross, escritora y psiquiatra estadounidense son:
 
1.  La negación, desconcierto e incredulidad.
 
Esta es, la reacción que tenemos ante el evento qué se presenta normalmente, es decir el primer impacto, la primera reacción sea: “Esto no me está pasando a mi”. En donde se siente como si se estuviera siendo el espectador de una película.
 
Es  lo que nosotros le llamamos, la negación de la realidad, una manera de alejarse del hecho para poder manejar los efectos del inmenso dolor que nos causa el acontecimiento que se está presentando en nuestra vida. Se puede comprender como, un mecanismo de defensa que nuestra mente nos brinda para poder confrontar este evento.
 
2. La tristeza profunda y agresividad.
 
Cuando este tipo de eventos suceden se producen reacciones como ira, llanto desconsolado, descontento, incluso ante la presencia de amigos o familiares que le rodean.
 
En el interior de uno se siente una profunda angustia por haber presenciado una desgracia.
 
3. La negociación.
 
Cuando estamos enfrentándonos a la dificultad, para aceptar la realidad, se presenta la necesidad de llegar a una conciliación o pacto con uno mismo para poder salir adelante de esta situación.
 
4. La desesperación y depresión.
 
Esta etapa, es un proceso de adaptación que permite que el que lo sufre se comporte con fragilidad, tristeza, apatía y vulnerabilidad. La persona afectada poco a poco se va haciendo a la idea de que la pérdida que sufre es irreversible. Este sentimiento es lo que entendemos como resignación.
 
5. La aceptación y paz.
 
Dentro de esta etapa se vuelve a presentar la necesidad de centrarse en que la vida sigue y la persona empieza a abrirse poco a poco a las relaciones sociales. No obstante, hemos de tener en cuenta que nunca se vuelve al estado anterior a la pérdida.
 
Todas las pérdidas precisan de este proceso. No se puede hablar de un tiempo “normal” para superarlo, pero lo habitual es que oscile entre los 6 meses y los 3 años, pues depende de muchos factores.
 
Los factores que influyen en el proceso de elaboración de un duelo dependen de:
 
De la importancia que existe dentro de esa relación en la vida de la persona, en el caso del fallecimiento de un ser querido.
 
Del apoyo socio-familiar.- Las personas que cuentan con una buena red familiar y social que le quieren y le entienden, se sienten más apoyados y comprendidos, por lo tanto tendrán más mecanismos para amortiguar el dolor. El duelo necesita de un reconocimiento social. En la medida que el entorno del doliente respete su proceso de duelo, menos dificultades habrá para aceptarlo y eleborarlo de forma adecuada y no patológica. Las personas que se sienten presionadas, no reconocidas, no apoyadas o respetadas es más fácil que desarrollen un duelo patológico.
 
De la personalidad.- Todos somos diferentes y la forma de afrontar los acontecimientos adversos no tiene por qué ser igual.
El duelo es un proceso íntimo y social a la vez hay personas que sienten las cosas, tanto las alegrías como las tristezas de forma muy intensa, son muy dados a expresarse, mientras que otras tienen mayor contención, les cuesta expresar los sentimientos y prefieren vivirlo desde dentro. En los extremos de este espectro de personalidades tenemos personas que entran en una espiral catastrofista y otras que muestran una admirable capacidad de resiliencia o de sobreponerse de forma positiva ante el dolor y la adversidad.
 
De la confianza y autoestima.- Un nivel alto de autoestima o confianza ayuda y mucho a no tener pensamientos autodestructivos ni de acontecimientos catastróficos.
 
De la forma de afrontar los problemas.- Muchas personas son capaces de evaluar la situación y buscar apoyo emocional bien a través del tejido social o bien con ayuda profesional.
 
¿Cómo podemos ayudar a nivel de relación en un proceso de duelo?
 
Ofreciendo seguridad.- Es importante que el doliente se pueda mostrar como es sin miedo a perder el respeto y el afecto de la otra persona. Ser esa persona que acoja el hecho de que el otro, en un momento dado, se pueda desmoronar sin miedo.
 
Validación.- Es importante para que el que pasa por un proceso de duelo el sentirse valorado y que su función o sentido de vida siga siendo importante, sin juzgarle nunca. Al valorar su forma de pensar y de sentir le damos legitimidad a su dolor.
 
Aceptación.- Se necesita una figura estable que sostenga, acepte y apoye la respuesta a la pérdida.
 
Reciprocidad.- Es la necesidad de estar con alguien que haya pasado por una experiencia similar que pueda comprender la situación.
 
Autodefinición.- Consiste en ayudar a elaborar su propio y particular proceso de duelo, escuchando, fomentando la reflexión con actitud de curiosidad, respeto y cariño en todo momento.
 
Hacer impacto.- Implica ver que su dolor también nos impacta de alguna manera. El hecho de compartir el impacto con alguien significativo alivia de alguna manera su dolor.
 
Tomar la iniciativa.- Es frecuente ofrecer ayuda al doliente con frases cargadas de buenas intenciones como “llámame cuando lo necesites”. Hemos sin embargo de tomar nosotros la iniciativa, pues la persona que pasa por el duelo puede tener muchas dificultades tomarla por las circunstancias difíciles que atraviesa y que le restan energías.
 
Expresar amor y afecto.- En momentos de pérdida, la necesidad de afecto, cariño o estima es fundamental para una buena salud emocional, pues es en esos momentos cuando estas expresiones cobran mayor relevancia.
 
Cada persona responderá ante este tipo de eventos dolorosos dependiendo del entorno donde se encuentre y de los recursos que tenga para poder afrontar este tipo de eventos. Las personas que conforman nuestro circulo social van a influir de manera directa en el desarrollo de nuestro proceso de duelo. Es por esto qué si queremos ayudar a una persona que está pasando por un duelo, tenemos que ser consientes de no presionarla, reconocerla, darle confianza, atención, valor, evitar darle consejos, debemos de ofrecerle seguridad, tomar la iniciativa y darle cariño.
 
Cada persona sanará en la medida de los recursos que tenga a su disposición, entre más recursos tenga, menos dificultades tendrá para poder afrontar su proceso. En muchas de las ocasiones se recomienda el acompañamiento por parte de un psicólogo especializado en este tipo de padecimientos o un tanatólogo que le permita manejar su duelo de manera adecuada.

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